Alejandro Goicoeche no fue el único traidor que quiso vender el Cinturón de Hierro a los sublevados. El capitán Murga fue el pionero en querer traicionar las defensas bilbaínas.
Según escribe Aitor Miñambres, en su publicación El Cinturón de Hierro, con fecha 28 de octubre de 1936 es detenido por la ertzaña el cónsul de Austria y de Hungría Guillermo Wakonigg cuando pretende embarcar en el buque de guerra británico Esmauth, tras ser registrada su valija diplomática. En la misma se haya abundante información para ser entregada al enemigo, entre la cual destaca un informe del capitán Murga con planos de construcción del cinturón de Bilbao y minuciosos detalles sobre las fortificaciones.
Varias personas relacionadas con esta red de espionaje son detenidas. El 10 de noviembre se celebra el juicio por traición al capitán Murga, en la sala segunda de la Audiencia de Bilbao. Durante el mismo, se evalúa la actuación del militar, el cual sorprendido por la sublevación militar del 18 de julio e impedido de poder participar en él, tras no producirse en Bilbao y serle imposible pasar a campo enemigo, decide colaborar aparentemente con el gobierno republicano esperando la oportunidad de servir a los sublevados.